lunes, 10 de enero de 2011

Inquilinato de mi cerebro - una de ellas

A Susana no me la banco, le tengo menos paciencia que a las otras y de ella no puedo reirme tanto. Susana nació hace relativamente poco. Porque después de dar vueltas sobre mi, enroscarme en mis propios pensamientos, reprimirme y tapar la olla, mi psicóloga me propuso ponerle nombres a esas partes tan odiosas de mi personalidad. Bienvenida Susana a mi mundo. Susi y su maldita posesión, Susana y su maldita necesidad por ser la primera en todo, aunque ahí hace mecha con Madonna, que debo decir, está más preparada para ser estrella. Entre ellas se llevan bien. Yo las mataría a las dos. Les daría con un matafuego en la cabeza y las dejaría tolulas así no molestan más. Susana es posesiva, esa es su característica principal que entra en cortocircuito con mi ansia de libertad. A Susana ni en pedo me la llevo a Londres. Susana, discutis desde el absurdo. Susana lleva un tanque de gasolina encima listo para ser derramado en cualquier situación. Susana es celosa (esta palabrita, tan odiada). No, es celosa. ¡Ay! Te detesto. Detesto que necesites sentirte única, especial, maravillosa, mejor dicho que te hagan sentir así (nota mental: redactar relaciones de convivencia entre Susana y Madonna) y no cualquier persona, que exijas que MI novio te haga sentir así, me haga sentir así. Y cuando eso no pasa, Susana se pone celosa. Y esta actitud no tiene nada que ver con otras mujeres, o con el miedo hacia otras mujeres, o con la confianza hacia él, tiene que ver con la necesidad de estar en la cima todo el tiempo. Una buena dieta te vendría bien para que aprendas, puta!

¡Te voy a cobrar alquiler por usurpación de cerebro!

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