martes, 29 de marzo de 2011

un día, hoy, todo desordenado como soy yo

O mejor dicho desordenadA.
Me fumo un pucho, aunque se que no debería. El otro día en el supermercado le decía a él (porque ahora vivimos juntos) que me gustaría sentirme mejor, que siempre me duele algo y que me gustaría dejar de fumar. Ese mismo día, o sea ayer, caí enferma nuevamente, vómitos cada una hora, diarrea, fiebre, dolor de piernas y muy insoportable. Tenía miedo a morirme, como siempre que me agarra una pataleta de estas. Y le pido al dios de la gripe que me salve y me digo "no te vas a morir porque sos fuerte". Hoy lo pienso en retrospectiva y me doy verguenza (como se ponía la diéresis) y siempre que me pasa eso me doy verguenza. Y vivimos juntos desde que llegamos de las vacaciones. El me propuso vivir juntos en El Calafate, caminando una tardecita, me morí de amor. Y desde que llegamos y decidimos hacerlo "más rápido que tarde" no tuvimos un día sin peleas. Boludeces en la mayoría de los casos, boludeces explosivas por supuesto, porque yo siempre tengo encima el tanque de gasolina. Vino la médica y le hice muchas preguntas entre ellas "¿esto no puede ser pancreatitis, no?" Me responde "No, estarías amarilla". Me recetó un rosario de medicamentos, me molesta, protesto, odio tomarlos y recuerdo que mi psicóloga el otro día hablando, también de medicamentos, me pregunta "¿Por qué siempre a la defensiva, por qué siempre peléandote con las cosas, por qué siempre tan extremista? La respuesta instantánea es: Yo soy así y porque sí. Pero no sirve. No sirve porque no me hace bien, no hago bien así. Acepto tomar los medicamentos. Y esa es una forma de admitir mi "mala actitud" pero cambiarla cuesta más. Se corta la luz, se corta el agua. Quiero amor. Quiero mimos. Quiero estar tranquila.

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